jueves, 31 de marzo de 2011
el arte de refinar lo monstruoso.
martes, 29 de marzo de 2011
me encanta la tragicomedia.
jueves, 24 de marzo de 2011
outlayer.
martes, 22 de marzo de 2011
certeza radical.
Como si el término medio no fuese algo completamente relativo y condicionado por nuestros actos, nuestros pensamientos y miles de años de historia. Nuestra realidad de hoy está llena de ideas que hace cincuenta años habrían sido calificadas como extremistas y carentes de todo sentido común. Y, sin embargo, hoy en día aún descalificamos con argumentos similares a chicas que se besan en una iglesia o al "hippy" (y lo entrecomillo por lo desvirtuado que está últimamente el término) que cree que todos podemos ser amigos y que hay que abrazar a los árboles. Nos creemos que el hecho de que una idea sea radical hace que pierda razón.
¿Entonces cuál es el término medio aquí? ¿La censura de según qué cosas? ¿Manifestarnos pacíficamente contra un montón de ladrones a los que no importamos absolutamente nada excepto cada cuatro años? ¿Matarnos a consumir lo que producen personas en semiesclavitud porque cometieron el error de nacer en el país equivocado? ¿Mentir? ¿Ocultar? ¿Salir a follar cada fin de semana con la esperanza de que tener éxito revalide nuestra autoestima? ¿Tener pareja por no estar solo? ¿Echar barriga? ¿Hacer daño a la gente, pero sólo a unos cuantos? ¿Creernos algo sin ser nada?
Ahora creo que estoy enfadado. Me voy a dormir.
jueves, 17 de marzo de 2011
pues ahora dejo de respirar.
martes, 15 de marzo de 2011
sin título.
jueves, 10 de marzo de 2011
reflexiones delante del espejo.
entonar un "adónde vamos a parar" e irnos a dormir.
Como estudiante de sociología que soy (me encanta recordarlo en cada discusión que tengo para creerme con legitimidad para soltar cualquier burrada y que todos asientan) tengo esos momentos de analizarlo absolutamente todo en la conducta y en las palabras de otros y de mi propia persona. Cualquier programa de televisión, cualquier discurso o cualquier conversación de marujas mientras barren la puerta de sus casas se desborda de significados y de palabras que cambian nuestro mundo constantemente sin que nos demos cuenta.
Hoy, aprovechando cualquier excusa para dejar a un lado el estudio, me gustaría ponerme trascendental y reivindicativo con cierta chulería que brota de algún lugar cerca de mi nuevo piercing de la ceja. No quiero hablar sobre la gente a la que matamos de hambre todos los días, que eso no interesa a nadie porque están lejos, y sin embargo quisiera hablar de algo mucho más cercano sobre lo que tenemos una responsabilidad mucho más directa. Se trata del mecanismo de control social más exitoso de nuestros tiempos, por encima de cualquier ley, cualquier represión policial y cualquier norma ética: la cultura del ridículo.
El ridículo, hacer sentir ridículo a alguien, convertirlo en payaso, es nuestra manera inconsciente de controlar cualquier comportamiento que consideremos desviado de nuestras creencias rutinarias basadas en nada. O lo que es lo mismo: si no eres uno más de la mayoría eres basura. Los medios, cada día, se encargan de recordarnos lo que es ridículo continuamente: los transexuales, los drogadictos, las putas, los pueblerinos, los chiflados, cualquier friki de internet...
Una y otra vez (y no a manera de conspiración maligna para dominar nuestras mentes sino porque saben que así ganarán audiencia y dinero) el desviado social, culpable de un crimen inventado, es puesto en el centro del circo y nosotros, los chimpancés que aplauden, nos felicitamos para nuestros adentros por no ser como esos sujetos y anteponemos don total naturalidad el disfrute de nuestros cinco minutos de risas al sufrimiento y la autodestrucción que pueda sufrir esa basura humana que a todos nos avergüenza. Culpable por ser diferente. Culpable porque él lo eligió. Al fin y al cabo la vida es así de simple ¿no? Elegimos libremente ser víctimas de malos tratos, tener síndrome de Down o medir un 1'40 metros.
Pero lo realmente ofensivo, patético, repugnante, miserable, cruel y vil de toda esta historia es que trata simple y llanamente de destruir al diferente. Decidimos arbitrariamente quién es el loco, el traidor a nuestra religión del egocentrismo patológico, y lo linchamos con nuestras palabras envenenadas, nuestras risas y nuestro desprecio hasta que su vida no valga nada. Que se joda, es tan fácil y divertido pisotear a los débiles... Luego, podremos dar un discurso neomarxista en cualquier bar y donar diez euros a Médicos sin Fronteras para sentirnos orgullosos por nuestra superioridad moral.
Alguien dijo una vez que, si quieres cambiar el mundo, basta con poner un jarrón de flores sobre una mesa y el mundo se verá un poco más bonito. Yo, en mi condición de chimpancé que aplaude con menos fuerza que la mayoría, reivindico desde este rincón ciberespacial en medio de alguna parte que dejemos vivir en paz siendo como les dé la gana, que se vistan como quieran, que bailen como les salga de un sitio, que besen a quien amen y que dejen tranquilos a los demás. Que vivan los maricones y vivan los trastornados por atreverse a ser quienes son y por hacer el mundo un poco distinto, que vivan los que hacen mi vida impredecible y que vivan los que cantan por las calles cuando vuelven a su casa de madrugada borrachos. Que vivan las personas auténticas, que en su irreverencia no piden permiso para existir.
(15 de julio de 2009)
sábado, 5 de marzo de 2011
arquitectura de sí.
No es que haya descubierto América y hay pocas cosas que me molestan más que las frases hechas: "querer es poder". Sin embargo, lo que no te suelen decir es lo divertido que puede ser este proceso. Al fin y al cabo, sólo me poseo a mí mismo y saber que puedo darme forma es como ser artista y artesano de muchas cosas. Es un juego sin un segundo de descanso, es jugar a equilibrar la balanza buscando unidades de medida para la maldad, la bondad, la sinceridad, la mentira, el tiempo dedicado a descargar y visionar series de culto... Y cuando de verdad llega un momento en que no sabes qué hacer, recurres a la medida desesperada: te inventas. Perfecto.
Querer es poder si uno está dispuesto a pagar el precio por alcanzar lo que desea, es posible. La parte sobre la que nadie dijo nada es la de que querer y saber lo que se quiere. Eso es una incógnita.
viernes, 4 de marzo de 2011
Carnaval, Carnaval, dulce Carnaval
Y lo mejor: con media isla en el círculo vicioso fiesta-resaca-fiesta tengo las carreteras para mí solo. Por eso me permito, con mayor placer que nunca, subir hasta el Pico del Inglés y señalar burlonamente a la ciudad que hay abajo jactándome: ¡ja! ¡gané!
Ah, y que sepan que disfrazarse cuando todo el mundo también lo hace es tan convencional que hace que disfrazarse pierda su significado.
home is wherever I'm with you.
Home! Let me come home!
Home is wherever I'm with you!
jueves, 3 de marzo de 2011
autoSINcepto.
los actores y los funámbulos.
Existir, sin embargo, es algo demasiado extraño como para evitar la poesía. Yo nací obligado, como todos, y como todos tampoco pude elegir cuándo y dónde. Todos nacemos fruto del azar, cuestión de una posibilidad entre infinitas, y nos manejas y nos adiestran y nos enseñan qué hacer y qué pensar... y de repente llega un momento en el que descubrimos que tenemos voluntad, que podemos saltarnos cualquier predicción sólo con querer hacerlo. A veces, simplemente basta con que nos digan que no hagamos algo para que lo hagamos, y que nos digan que no tenemos más remedio que caer en algo para que lo lancemos todo por los aires. O también todo lo contrario.
Puede que no tenga nada original que contar, que sea uno más al que algún día nadie recordará por muchas redes sociales que use y que me sienta pequeñito bajo el cielo estrellado, pero soy y estoy. Y cambio. Y quiero. Soy una posibilidad entre infinitas. Eso debería significar algo, ¿no?