jueves, 31 de marzo de 2011

el arte de refinar lo monstruoso.

Cuando hace 25 años explotó uno de los reactores de la central de Chernobil, el gobierno soviético ("los malos") llevó a cabo una descarada campaña de ocultación de la tragedia. Descarada porque los medios de la otra mitad del mundo ("los buenos") se encargaron en cuanto tuvieron información de desacreditar al régimen comunista y escandalizarse por la gestión del accidente. Los soviéticos fueron tan malos que no sólo les explotó en las narices un reactor nuclear por negligencia, sino que no fueron capaces de evacuar a la población cercana hasta dos días después, cuando ya se habían envenenado de manera fatal. Su solución fue aún más monstruosa, si cabe, cuando para cerrar la enorme boca ardiente y radiactiva del reactor no dudaron en utilizar a cientos de miles de soldados y campesinos que conocían más bien poco los peligros del trabajo que iban a realizar: subir a un tejado sobre el cuál no se podía permanecer más de cuarenta segundos sin quedar condenado a morir y arrojar materiales que taponaran la salida de la radiactividad.Hace ya tiempo que la Unión Soviética cayó, pero la explotación de la energía nuclear continuó por parte de los buenos de una manera muy responsable, llevada a cabo por empresas privadas que son las que más se preocupan por nosotros (¿no es así?) Sin embargo, una serie de negligencias y una catástrofe hace menos de un mes destruyeron los sistemas de una central nuclear japonesa sobre la que pesaban varios avisos por su falta de seguridad. Cuatro reactores están liberando enormes cantidades de radiación en tierra, mar y aire. Y crecen los niveles día a día mientras se hacen inútiles intentos por enfriar unos núcleos que ya están fundidos en parte. El gobierno se niega a ampliar el área de cuarentena y se mantiene que la radiación no supone un peligro inmediato para la salud de la población (ya sabemos que no es inmediato: que se lo pregunten a los niños de Chernobil) Pero es que, además, nos enteramos ayer por el diario El Mundo de que las personas que trabajan en labores de limpieza radiactiva son principalmente indigentes desesperados porque se les paguen sus 200 euros al día mientras reciben dosis que no les permitirá vivir sino unos años antes de deshacerse por dentro.
Es curioso, sólo digo eso. Es curioso que dos catástrofes similares tengan efectos tan diferentes según los medios y los gobiernos. Una, una monstruosidad apocalíptica. Otra, inocua, prácticamente beneficiosa para todos. Es una pena que ya no existan los malos para que nos cuenten esa verdad que duele. Es una pena ese espejismo de libertad en el que vivimos y esa ilusión de que si lo dicen en la tele, debe de ser cierto.

martes, 29 de marzo de 2011

me encanta la tragicomedia.

Hay un viejo chiste, Dos mujeres de edad en un hotel de alta montaña comenta una a la otra, "¡Vaya, aquí la comida es realmente terrible!", y contesta la otra: "¡Y además las raciones son tan pequeñas!". Pues básicamente así es como me parece la vida, llena de soledad, histeria, sufrimiento, tristeza... y sin embargo se acaba demasiado deprisa.

(Woody Allen, Annie Hall)

jueves, 24 de marzo de 2011

outlayer.

¿Saben qué? Creo que nunca lo he dicho de manera tan explícita pero estoy bastante seguro de que me faltan piezas.

Final de trayecto

martes, 22 de marzo de 2011

certeza radical.

En la larga lista de cosas que no soporto creo que una de las primeras es el argumento facilón (por muy aristotélico que sea) de que los extremos no son buenos y que hay que buscar el término medio. En otras palabras: el término "radical" se ha convertido más en un insulto que en un simple adjetivo descriptivo.
El otro lado
Como si el término medio no fuese algo completamente relativo y condicionado por nuestros actos, nuestros pensamientos y miles de años de historia. Nuestra realidad de hoy está llena de ideas que hace cincuenta años habrían sido calificadas como extremistas y carentes de todo sentido común. Y, sin embargo, hoy en día aún descalificamos con argumentos similares a chicas que se besan en una iglesia o al "hippy" (y lo entrecomillo por lo desvirtuado que está últimamente el término) que cree que todos podemos ser amigos y que hay que abrazar a los árboles. Nos creemos que el hecho de que una idea sea radical hace que pierda razón.
¿Entonces cuál es el término medio aquí? ¿La censura de según qué cosas? ¿Manifestarnos pacíficamente contra un montón de ladrones a los que no importamos absolutamente nada excepto cada cuatro años? ¿Matarnos a consumir lo que producen personas en semiesclavitud porque cometieron el error de nacer en el país equivocado? ¿Mentir? ¿Ocultar? ¿Salir a follar cada fin de semana con la esperanza de que tener éxito revalide nuestra autoestima? ¿Tener pareja por no estar solo? ¿Echar barriga? ¿Hacer daño a la gente, pero sólo a unos cuantos? ¿Creernos algo sin ser nada?
Ahora creo que estoy enfadado. Me voy a dormir.

jueves, 17 de marzo de 2011

pues ahora dejo de respirar.

Empty places

Me siento estafado. Viviendo dentro de mí, siendo el único "yo" que podré experimentar ser y viendo a los demás como extras que se mueven por el decorado, me siento como si fuera el protagonista del mundo. Sin embargo, a veces tengo la impresión de que sólo soy uno más en un eterno reparto de secundarios y que si me pusiera en huelga contra la realidad al universo le importaría una mierda.

martes, 15 de marzo de 2011

sin título.

La magia de las cosas solas y sin importancia

Hay fotos (me atrevería a decir que las buenas de verdad) a las que no se les puede poner título. No porque sea una obviedad su sentido y el título sea redundante, sino porque lo que quiera que despiertan en nosotros va más allá del lenguaje hablado y pensado. Y eso es bueno, porque no vale la pena contar fotografiar si lo que queremos decir cuenta con las palabras apropiadas.

jueves, 10 de marzo de 2011

reflexiones delante del espejo.

Creo que no hay nada peor en el universo que los chicos con cejas perfiladas... Bueno sí, Chernobil.

entonar un "adónde vamos a parar" e irnos a dormir.

Como estudiante de sociología que soy (me encanta recordarlo en cada discusión que tengo para creerme con legitimidad para soltar cualquier burrada y que todos asientan) tengo esos momentos de analizarlo absolutamente todo en la conducta y en las palabras de otros y de mi propia persona. Cualquier programa de televisión, cualquier discurso o cualquier conversación de marujas mientras barren la puerta de sus casas se desborda de significados y de palabras que cambian nuestro mundo constantemente sin que nos demos cuenta.
Hoy, aprovechando cualquier excusa para dejar a un lado el estudio, me gustaría ponerme trascendental y reivindicativo con cierta chulería que brota de algún lugar cerca de mi nuevo piercing de la ceja. No quiero hablar sobre la gente a la que matamos de hambre todos los días, que eso no interesa a nadie porque están lejos, y sin embargo quisiera hablar de algo mucho más cercano sobre lo que tenemos una responsabilidad mucho más directa. Se trata del mecanismo de control social más exitoso de nuestros tiempos, por encima de cualquier ley, cualquier represión policial y cualquier norma ética: la cultura del ridículo.

El ridículo, hacer sentir ridículo a alguien, convertirlo en payaso, es nuestra manera inconsciente de controlar cualquier comportamiento que consideremos desviado de nuestras creencias rutinarias basadas en nada. O lo que es lo mismo: si no eres uno más de la mayoría eres basura. Los medios, cada día, se encargan de recordarnos lo que es ridículo continuamente: los transexuales, los drogadictos, las putas, los pueblerinos, los chiflados, cualquier friki de internet...

Una y otra vez (y no a manera de conspiración maligna para dominar nuestras mentes sino porque saben que así ganarán audiencia y dinero) el desviado social, culpable de un crimen inventado, es puesto en el centro del circo y nosotros, los chimpancés que aplauden, nos felicitamos para nuestros adentros por no ser como esos sujetos y anteponemos don total naturalidad el disfrute de nuestros cinco minutos de risas al sufrimiento y la autodestrucción que pueda sufrir esa basura humana que a todos nos avergüenza. Culpable por ser diferente. Culpable porque él lo eligió. Al fin y al cabo la vida es así de simple ¿no? Elegimos libremente ser víctimas de malos tratos, tener síndrome de Down o medir un 1'40 metros.

Pero lo realmente ofensivo, patético, repugnante, miserable, cruel y vil de toda esta historia es que trata simple y llanamente de destruir al diferente. Decidimos arbitrariamente quién es el loco, el traidor a nuestra religión del egocentrismo patológico, y lo linchamos con nuestras palabras envenenadas, nuestras risas y nuestro desprecio hasta que su vida no valga nada. Que se joda, es tan fácil y divertido pisotear a los débiles... Luego, podremos dar un discurso neomarxista en cualquier bar y donar diez euros a Médicos sin Fronteras para sentirnos orgullosos por nuestra superioridad moral.Colorful days

Alguien dijo una vez que, si quieres cambiar el mundo, basta con poner un jarrón de flores sobre una mesa y el mundo se verá un poco más bonito. Yo, en mi condición de chimpancé que aplaude con menos fuerza que la mayoría, reivindico desde este rincón ciberespacial en medio de alguna parte que dejemos vivir en paz siendo como les dé la gana, que se vistan como quieran, que bailen como les salga de un sitio, que besen a quien amen y que dejen tranquilos a los demás. Que vivan los maricones y vivan los trastornados por atreverse a ser quienes son y por hacer el mundo un poco distinto, que vivan los que hacen mi vida impredecible y que vivan los que cantan por las calles cuando vuelven a su casa de madrugada borrachos. Que vivan las personas auténticas, que en su irreverencia no piden permiso para existir.

(15 de julio de 2009)

sábado, 5 de marzo de 2011

arquitectura de sí.

En la puerta

Creo que hubo un momento en mi vida, aunque no fui consciente de él mientras sucedía, en el que entendí que la voluntad es una fuerza muy poderosa y que cualquiera es capaz de tener. Te vuelve capaz de cambiar el mundo por dentro y por fuera. Si algo de mí no me gustaba y me molestaba lo suficiente, era libre para luchar hasta cambiarlo. Si quería que mi vida fuese algo que no era, sólo tenía que esforzarme.
No es que haya descubierto América y hay pocas cosas que me molestan más que las frases hechas: "querer es poder". Sin embargo, lo que no te suelen decir es lo divertido que puede ser este proceso. Al fin y al cabo, sólo me poseo a mí mismo y saber que puedo darme forma es como ser artista y artesano de muchas cosas. Es un juego sin un segundo de descanso, es jugar a equilibrar la balanza buscando unidades de medida para la maldad, la bondad, la sinceridad, la mentira, el tiempo dedicado a descargar y visionar series de culto... Y cuando de verdad llega un momento en que no sabes qué hacer, recurres a la medida desesperada: te inventas. Perfecto.
Querer es poder si uno está dispuesto a pagar el precio por alcanzar lo que desea, es posible. La parte sobre la que nadie dijo nada es la de que querer y saber lo que se quiere. Eso es una incógnita.

viernes, 4 de marzo de 2011

Carnaval, Carnaval, dulce Carnaval

Pico del Inglés

Empiezan los Carnavales y, por tanto, comienzan las maniobras de evasión. Vale, seguramente es por prejuicio y por autocumplir la profecía, pero la ansiedad que me provoca estar allí abajo rodeado de personas drogadas que no dejan de decir tonterías, esa sensación de sordidez que colapsa mi sentido de la diversión y saber que no puedo regresar a casa fácilmente hace que disfrute más que nunca del placer de la insociabilidad.
Y lo mejor: con media isla en el círculo vicioso fiesta-resaca-fiesta tengo las carreteras para mí solo. Por eso me permito, con mayor placer que nunca, subir hasta el Pico del Inglés y señalar burlonamente a la ciudad que hay abajo jactándome: ¡ja! ¡gané!
Ah, y que sepan que disfrazarse cuando todo el mundo también lo hace es tan convencional que hace que disfrazarse pierda su significado.

home is wherever I'm with you.

Siempre he dicho que, de poder pedir tres deseos, el único que tengo claro es el de que la vida se convierta en un musical. Hay días que da igual lo que hagas o a quién tengas que ver, porque lo importante es la banda sonora que le pongas (y, de paso, la coreografía que te imagines y cuántos fuesgos artificiales se lancen al final de tu ensoñación) Yo hoy no he podido dejar de escuchar esta, ideal para pasear en bicicleta bajo el sol de invierno-casi primavera.



Home! Let me come home!
Home is wherever I'm with you!

jueves, 3 de marzo de 2011

autoSINcepto.

Aquel que espere una descripción personal como parte de la inauguración de este blog se quedará con las ganas. El miércoles pasado tuve que rellenar unos cuantos tests de personalidad y de las 40 preguntas sobre cómo me definía, la única a la que respondí de manera segura y no aleatoria fue la de "atlético", a la que le puse la máxima puntuación. Justo la característica que hace dos años puntué con un cero.
Alba

los actores y los funámbulos.

Aunque algunos no lo crean, realmente esto de darme importancia no se me da demasiado bien. No tengo muy claro si eso de creer ser alguien es productivo o es sólo una ilusión arrogante, un truco de nuestra mente para que no nos dejemos morir por ser sólo copias y combinaciones de otras personas.
Tea party
Existir, sin embargo, es algo demasiado extraño como para evitar la poesía. Yo nací obligado, como todos, y como todos tampoco pude elegir cuándo y dónde. Todos nacemos fruto del azar, cuestión de una posibilidad entre infinitas, y nos manejas y nos adiestran y nos enseñan qué hacer y qué pensar... y de repente llega un momento en el que descubrimos que tenemos voluntad, que podemos saltarnos cualquier predicción sólo con querer hacerlo. A veces, simplemente basta con que nos digan que no hagamos algo para que lo hagamos, y que nos digan que no tenemos más remedio que caer en algo para que lo lancemos todo por los aires. O también todo lo contrario.
Puede que no tenga nada original que contar, que sea uno más al que algún día nadie recordará por muchas redes sociales que use y que me sienta pequeñito bajo el cielo estrellado, pero soy y estoy. Y cambio. Y quiero. Soy una posibilidad entre infinitas. Eso debería significar algo, ¿no
?