sábado, 29 de octubre de 2011

fantasías reales y realidades fantásticas.

El Tanque

El cine recrea la realidad convirtiéndola en espectáculo. Las personas ven el cine e intentan basar su realidad en él. Espectacularizan su vida para, irónicamente, intentar hacerla más real. Y entonces se sienten vacías.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

sitios que no importan.

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Todas las palabras que residen aquí no existen porque nunca fueron dichas. No hay tiempo que las empuje ni tienen espacio entre dos puntos que recorrer. Nadie puede ver que las olas rompen contra el asfalto entre casas a medio construir y sin miserables desesperados por ocuparlas. Sólo palabras que no existen.

jueves, 25 de agosto de 2011

todo vale y nada sirve.

gracias y feliz travesía

Nos hemos equivocado pensando que el relativismo es una meta, una línea que cruzan las sociedades más avanzadas, cuando en realidad no debe ser más que un paso para poder construir después nuevos ideales, nueva moral y nuevos valores. Parece que ese paso, de momento, se nos resiste.

martes, 26 de julio de 2011

la cultura de la dignidad.

Se nota, se siente, el sur está presente

¿Qué es la cultura? La cultura no es más que una serie de mecanismos insertados en nuestra mente que nos llevan a categorizar lo que es normal y lo que no lo es. Estos mecanismos no se forman de manera casual, no son una revelación celestial ni fruto de nuestras propias decisiones, pues incluso éstas están influenciadas por la misma cultura. La cultura responde a la estructura de la sociedad, a las relaciones que se establecen entre sus miembros y, por tanto, su finalidad es legitimar un orden establecido (no a modo de conspiranoia contra los de abajo, sino a todos los niveles)

En nuestra sociedad, vivimos nuestra propia explotación como un hábito más, aceptamos el orden que vivimos tratando de racionalizarlo mediante características que atribuimos con toda tranquilidad a la naturaleza inmutable del ser humano: individualismo, egoísmo, competencia, meritocracia, racionalidad... Realmente muy pocas veces, o muy pocas personas, nos detenemos a pensar qué habrá de cierto en estas afirmaciones de la misma manera que pocas nos damos cuenta de que los supuestos principios que rigen nuestra sociedad no se cumplen.

Este fin de semana he sido testigo emocionado de la fuerza de la Revolución de Sol, pero también lo he sido de su miedo a creerse a sí misma, de su miedo a romper con la cultura dominante que nos tiene alienados, apartados de nuestro verdadero potencial. El 15-M basa su fuerza en su amplísima aceptación social y por eso tiene miedo de ir más allá, lo que asemeja su comportamiento a un partido de masas o a una empresa que quiere vender su producto. No intenta derribar los pilares morales que justifican el orden establecido porque pretende que hasta las ancianas seguidoras de Intereconomía tengan bien concepto del movimiento ¿Es esto creíble?

Hace tiempo que dejamos de hablar de simplemente fomentar la participación ciudadana y cambiar la ley electoral. El objetivo que planteó inicialmente Democracia Real Ya ha trascendido para convertirse en la búsqueda de un nuevo paradigma de justicia, de un cambio total de estructuras a nivel mundial ¿Puede hacerse esto desde la cultura que justifica el capitalismo de consumo? Sin duda no. No es posible cuando se trabaja bajo la pesada losa del “civismo”, ese concepto que nos lleva a intentar hacer una revolución no ya sin violencia, sino también sin pintar en las paredes, sin trepar a una farola o sin tirar basura al suelo.

El 15M no sólo tiene la obligación de luchar políticamente como hasta ahora por aquello que considera justo, sino que también tiene el duro trabajo de crear una nueva legitimidad y una nueva moral. Aunque la visión estratégica sea importante, no puede perder su tiempo en obsesionarse con “dar buena imagen” o en el qué dirán mediático. Sólo con unos nuevos preceptos morales que deslegitimen los actuales podrá tener una fuerza real, dada por sí mismo y no por su audiencia como si fuese un programa de televisión.

Somos no violentos no porque no queramos alterar el orden, sino porque ese supuesto orden es violento y no queremos caer en su juego. Pintarle la chaqueta a una diputada a la que le sobra el dinero es violencia y pedimos perdón por ello, pero que el FMI dicte unas normas que aumenten el 40% los suicidios en Grecia es sólo una triste consecuencia de designio divino. Subirse a una farola a vitorear el triunfo es no respetar el mobiliario urbano, pero nadie grita en el congreso al diputado que vota a favor de reducir lo presupuestos para ambulancias y que lleva a morir a muchos pacientes antes de llegar al hospital. Se abuchea al que pinta sobre el muro del Cuartel General del Ejército pero nadie parece escandalizarse con las ventas de armas a dictadores genocidas, se nos machaca con las barbaries del comunismo y luego se habla de víctimas de la hambruna y no del capitalismo...

Tenemos la razón. Es el arma más poderosa que poseemos y de la que ellos carecen. Sabemos que el mundo que vivimos es un espejismo y éste se está desvaneciendo ahora que se pone el sol. Luchar por algo implica no respetar algo por no creerlo digno de respeto y, por tanto, ganarse la adversión de aquellos que piensan al contrario. Tenemos nuestros principios y a ellos no podemos renunciar por ganar el apoyo de la mente poco crítica. Hacerlo es darle la razón a quienes se lucran a costa de la inseguridad humana, a quienes nos han obligado a avergonzarnos de nuestro propio cuerpo y de nuestra mente si no se parece a lo que ellos les conviene que se parezca.

Se trata de una batalla por recuperar la esencia humana y de retomar el derecho a construirse a uno mismo más allá de la fabricación en serie de vasallos y consumidores, que es a lo que lleva la cultura del mundo gobernado por las empresas. Es una lucha a la que le sobran argumentos y legitimidad, pero a la que aún le faltan guerreros que griten más fuerte y con más fe en lo que dicen.


miércoles, 22 de junio de 2011

no es momento para lágrimas.

Ya es hora de que se vayan

El capitalismo ha fracasado. Pierde capacidad de maniobra, gira sin control, se hunde. Sólo veinte años después de que se declarara fallecido el sistema comunista con la caída del Muro de Berlín, las contradicciones internas que tantos teóricos señalaban en nuestra economía de "libre mercado" han provocado su colapso a raíz de la crisis desatada en 2008. Sí, es cierto que seguimos viviendo dentro del mismo sistema tres años después, pero no hay que ser un genio de la economía para entender que, en un panorama de varios estados "desarrollados" al borde de la quiebra y desmantelamiento total de sus estructuras, solución a esta megacrisis no puede ser multiplicar por diez la receta que nos llevó a ella: privatizaciones masivas, reducción de derechos de los trabajadores, reducción de salarios y de pensiones, desregulación de los mercados... El poder de los verdaderos mandamases del planeta impide que se haga otra cosa.

El capitalismo ha muerto de éxito. Se ha acercado más que nunca a su horizonte de Estado mínimo y ha descubierto que tras el horizonte había un precipicio. El neoliberalismo ha sido un fracaso total porque se ha descubierto que esa "mano invisible" del mercado sólo era una mano imaginaria, no existe tal cosa como la libre competencia: sólo enormes empresas transnacionales en manos de unos pocos que absorben a todo aquel que pueda significar rivalidad. Los intereses de la empresa privada se han divorciado oficialmente del cuidado de nuestro planeta y de nuestra justicia social: Kyoto y los Objetivos del milenio pudieron servirles de oportunidad para demostrar que no era así, pero ahora ya es tarde. Hace ya tres años que es tarde.

Recordemos en su funeral a todas aquellas personas que murieron combatiendo contra él buscando un mundo más justo. Todos aquellos a los que asesinó sin dar la cara, sin siquiera muchas veces mandar sicarios, sólo como una fuerza oscura en forma de hambre, guerras o enfermedad. Recordemos a aquellos incorruptibles presidentes de América Latina a los que mató porque no podían soportar ver sufrir a su pueblo, el pueblo de entre el cuál habían surgido. Roldós, Allende y tantos otros. Mató siempre de manera silenciosa, mostrando su cínica sonrisa, siempre mentirosa. Arrasó selvas, hundió montañas, pero ya no nos engaña más.

Ahora que se está estrellando intentando sin éxito recuperar los mandos, es cuando nos toca evitar el desastre. Nos toca estar despiertos, concienciados y preparados, defendiendo alternativas que ya existen y que están por crear. Sustituir FMI, Banco Mundial y otras organizaciones de delincuentes elegidos por sí mismos por una alternativa democrática de gobierno mundial que defienda la justicia social, la igualdad y la verdadera libertad por encima de todas las cosas. Si la Revolución Francesa significó el despertar del "yo" frente al orden de "Dios", esta etapa que nos toca vivir es el paso del orden del "yo" al orden de "yo, y el mundo", de "nosotros". La única alternativa que le queda a la humanidad es un modelo de progreso responsable y que haga responsables a todos los que la forman. Llámese banca ética, llámese cooperativas, llámese economía solidaria. No es un sueño, es que no nos queda otra opción.

Merton, sociólogo del conocimiento, decía que la utopía no era más que una manifestación del próximo orden social. Somos el futuro porque sabemos que no tenemos por qué aceptar que el mundo es como es: sabemos que el mundo es como nosotros lo hacemos. Ni más ni menos, ni menos ni más. Puede que estemos viendo algo de ese futuro ahora...

martes, 21 de junio de 2011

indignado: carta a Movistar (e invito a otrxs a hacer lo mismo)

Estimadxs señorxs:

Por nosotros

Me llamo Bruno Díaz González. He sido cliente de su compañía desde hace siete años. A día de ayer, decidí darme de baja para pasarme a Yoigo argumentando que sus tarifas resultaban mucho más económicas, a sabiendas de que tarde o temprando recibiría una llamada de Movistar intentando convencerme de que no realizara la portabilidad. No me equivocaba: esta mañana recibí la llamada de uno de sus trabajadores, que desde la amabilidad me invitó a no abandonar el barco ofreciéndome cada vez más y más a cada "no, gracias, ya la decisión está tomada" que yo le respondía. Llegado el punto, este señor, claramente haciendo el trabajo que se le había mandado, me informó de la finalización del acuerdo entre Movistar y Yoigo para compartir red de cobertura. Entonces llegó el momento en que se dio cuenta de que mi decisión era irrevocable : "Pues el día que se pase usted a Yoigo se dará cuenta de que no tiene cobertura para nada y va a quedar incomunicado". Pregunto yo, ¿hasta este punto llega su falta de vergüenza que llegan a amenazar y chantajear a sus clientes con tal de que no dejen de pagarles unas cantidades desorbitadas por un par de llamadas al mes? Me he sentido completamente insultado y decepcionado con el trato que nos dan, aunque seguramente sólo soy uno más de la montaña de quejas y reclamaciones que se les acumulan. No culpen ustedes a quienes trabajan atendiendo las llamadas de la manera que ustedes les indican. Sus trabajadores ya tienen bastante con el brutal recorte de plantilla de 8500 empleados que van a llevar a cabo a pesar de tener Telefónica unos beneficios históricos de 10000 millones de euros, más que el propio Banco Santander.

Si se trata de decir la verdad, les comunico que la verdadera razón por la que cambio de compañía y la razón por la que llevo un mes sin realizar llamadas a través de ustedes es la inmoralidad insoportable y vergonzosa de dejar en la calle a 8500 personas en la calle, dejando a muchas de estas sin un sustento económico para sus familias, condenándolas a buscar desesperadamente un nuevo trabajo precario, a vivir con otros familiares por no poder pagar la hipoteca o incluso mandando a alguno a vivir de la caridad. No sé si han visto las noticias últimamente o eso de "la sociedad" les suena a chino, pero la gente no sólo se ha cansado de ser robada y ninguneada, sino que está cobrando consciencia de que esto no se puede tolerar ni un minuto más. Empezamos a darnos cuenta de que tenemos la telefonía móvil más cara de Europa y sobre todo si lo comparamos con nuestros salarios (los que tienen suerte de tener un salario) y de que esto se va a acabar. Por de pronto, yo he convencido ya a dos personas más para que se cambien a Yoigo. Es una empresa privada de telefonía, sí, pero son de esas para las que el término "libre competencia" tiene algún tipo de sentido (hasta que, por supuesto, se absorbida por Movistar, Orange o Vodaphone porque a la vista está de que la tres son el mismo monopolio y que no van a permitir que nadie les coma terreno)

Me despido de ustedes, los altos responsables, ofreciéndoles un saludo tan cordial como el trato que ustedes nos dan (doy libertad para imaginar) y me despido también de sus trabajadores enviándoles un abrazo y deseándoles lo mejor para su futuro (incluído el que me ha atendido esta mañana, que trató siempre de mantener un tono cordial a pesar de que se le ordenaba hacer no era compatible) Espero que conserven su puesto o que se marchen con el orgullo de no tener que pertenecer a una empresa tan denostada por la verdadera opinión pública, una empresa que tanto daño nos hace a todxs. Hasta nunca y no vuelvan a contar conmigo para nada.

domingo, 12 de junio de 2011

MLC.

Estas son nuestras armas

Desde que comenzó este movimiento el 15 de Mayo he sentido la gran acogida que este ha tenido en la sociedad. Gente de muy diversos ámbitos, edades e ideologías han declarado que consideran lógica y respetable la indignación que demostramos. Sin embargo, en ese mismo apoyo, he visto también altas dosis de condescendencia. Hay quien nos mira casi con ternura, como cuando un niño afirma que "los árboles hablan, pero bajito" y le acariciamos la cabeza y sonreímos pensando "qué dulce ingenuidad, pobrecito de él cuando aprenda que los árboles no hablan".

Mucha gente dice que este es un movimiento razonable de defensa, pero que no tenemos ninguna propuesta realista; otros hablan del peligro de la llegada de una especie de Mesías o salvador que nos introduzca en una dictadura; hay quienes se quejan de que no sabemos lo que vale un peine y que no deberíamos jugar con fuego porque la poca libertad que ahora tenemos ha costado mucho conseguirla y podríamos perderla; y también algunos nos acusan de egocentrismo al autoproclamarnos la voz del pueblo... ¡Hasta mis padres! los que me han enseñado pensar y actuar como ahora lo hago, incluso ellos, me han confesado que tienen miedo; miedo a que el movimiento provoque el colapso, a que todo sea aún peor, miedo a perder... ¿A perder qué...?

"El movimiento implica peligro, pero el movimiento oportuno y consciente nos saca del peligro". Sin movimiento no hay cambio. Vivimos en un tiempo en el que al sentido común se le llama utopía...Y ahora digo con rotundidad que no queremos condescendencia, el niño al que acariciamos la cabeza es ingenuo pero conoce grandes verdades que aun no han sido sepultadas, "los árboles hablan bajito" y nosotros tenemos propuestas, y muchas: proponemos que los que nos gobiernen lo hagan desde el conocimiento profundo y el amor al ser humano ¡Sí! Estamos indignados y hablamos de amor. Proponemos que los bancos sean entidades encargas de administrar el dinero de manera justa y verdaderamente útil, que sirva a las necesidades reales de las personas y no al contrario. No esperamos a un salvador, nos hacemos cargo del cambio, trabajaremos con gusto para conseguirlo y actuaremos consecuentemente con él ¡Sí! Estamos cabreados y trabajamos con ilusión.

Puede ahora entiendan aún menos qué pretende este movimiento, pero lo cierto es que la respuesta es bien sencilla: esto es un MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN DE LA CONSCIENCIA, por eso no me ruborizo al decir que es un movimiento que representa la voz del pueblo, pues todos y cada uno de los habitantes de este mundo tienen derecho a ser conscientes de sí mismos. Lo único que debemos temer es que no nos dejen ser quien realmente somos, es decir, que nos nieguen la Libertad, pero la Libertad con mayúsculas, y no existe tal Libertad sin amor ni consciencia. Actuando de esta forma todo lo demás vendrá solo, como consecuencia lógica.

Trabajamos, gritamos, nos ilusionamos, cantamos, nos indignamos, nos formamos, amamos, actuamos... No estamos locos, sabemos lo que queremos.

Cora Cruz Arias, una esperanzada más